Palabras. Palabras escritas. Palabras oídas. Palabras pensadas. Palabras encadenadas que dan lugar a frases. Palabras que llenan de sentido nuestras conversaciones, nuestros pensamientos y emociones. Palabras. Palabras reivindicativas. Palabras vacías. Palabras llenas de color. Palabras coloreadas. Palabras. Palabras convertidas en arte. Protagonistas de una vida. Recuerdos de un pasado aún latente. Memoria de generaciones que Oscar Mariné expone hasta el 31 de enero en la Galería La Caja Negra de Madrid.
Son palabras pintadas que se transforman en símbolos abstractos donde el lenguaje es nuevo, fresco, sugerente y los significados son distintos. A veces sugieren lugares de encuentro o mitos de una cultura visual de ciudad en la que Nueva York está muy presente, explica el propio artista. Sus obras capturan en un lienzo mensajes tipográficos nacidos del recuerdo de la cultura beat, del pop, de los carteles luminosos, de la poesía de lo inmediato, del jazz o del rock. Letras pintadas con las que la empatía, la identificación o el estímulo de un recuerdo son cosa fácil.
Nada de pinceladas expresivas, de brochazos palpables o de contornos improvisados. Son palabras limpias, directas, sin tapujos. Sus perfectos contornos rehúyen de una curva marcada para vivir eternamente en la rectitud de una línea sobria, elegante, que únicamente es capaz de salir de ese estado con los vivos colores que, en ocasiones, la rodean o la llenan. Son mensajes en lengua inglesa, manidos algunos, que sin miramientos atrapan nuestra mirada.
Lo que vas recogiendo por la vida puedes representarlo en forma de palabras que para ti han sido esenciales o importantes o sugerentes, que han conformado tu persona… decía Mariné en una entrevista para El Cultural, y nunca más cerca de la realidad. Todos tenemos nuestras palabras clave, aquellas que nos marcaron, que no nos dejaron indiferente, que son parte de nosotros.
‘Painted Words’ es una muestra compuesta de palabras que permanecen colgadas de las paredes como impávidas superficies brillantes que, pudorosas, esconden su complejidad emocional. Palabras convertidas en estímulos tipográficos para nuestra mirada. Palabras a la espera de ser pronunciadas una vez más.