Juan Ariño. La pintura es esencial en mi vida

Juan Ariño en La Casa Encendida

Del 18 de septiembre al 1 de noviembre

Más de una década en pintura recorre las salas D y E de La Casa Encendida del 18 de septiembre al 1 de noviembre. Pinturas realizadas desde el año 2000 hasta la actualidad por el reconocido diseñador de espacios museográficos, catálogos de arte y exposiciones, Juan Ariño (Madrid, 1945).

Se trata de una muestra comisariada por Carmen Giménez en la que se presenta por primera vez la obra pictórica del autor, dejando a un lado sus objetos y collages, salvo el dedicado a Rikyu, conocido principalmente por El libro del té de Kakuzo Okakura.

La muestra de Ariño nos devuelve al sentimiento básico de creación. Sus obras más allá de plantear conceptos, ideas o hechos, nos hablan de emociones. Emociones que se relacionan directamente con el título de las obras y que nacen del propio estado anímico del autor. Pues como él bien dice pinta para expresar sus sensaciones, sus sentimientos. Y es que para Ariño el arte es pura expresión de un sentimiento, en la que lo importante no es el qué se pinta, sino el cómo se pinta. Palabras que nos traen a la memoria un sinfín de obras de arte que la historia ha producido, pues esta razón de ser no es novedad en un artistas.

Si bien su obra parte de un instinto básico hay en su producción temas o constantes que generan un contenido conceptual en su trabajo. Como dice Carmen Giménez, sus piezas están «en la frontera entre la abstracción y la figuración, en las que no representan ningún paisaje concreto sino la estructura común a todos ellos». Acertada descripción. Pues uno va paseando por las salas de la muestra y se da cuenta de que está ante una pintura comunmente clasificada como paisajística, pero en la que en realidad no hay ningún paisaje, sino los elementos básicos de este, tomando como partida la concepción oriental de paisaje en la que este se conforma de una horizontal (el mar) y una vertical (la montaña). Son, por tanto, el reflejo conceptual de la combinación de estos dos los que se marcan como constantes en la obra de Ariño.

La muestra está agrupada en series: Homenaje a Rikyü, Chinos, Horizontes, Shojis, Ultramar o Hespérides, que reflejan también la mirada constante sobre la pintura de los grandes maestros tanto orientales como occidentales.

Rikyu, «referente ineludible tanto en la obra como en la vida de Juan Ariño, está presente en gran parte de la muestra, algo que tiene que ver más con el ejercicio de la sensibilidad que con una actividad profesional, donde el espacio, o mejor dicho, la poética del espacio, se convierten en la esencia del arte y la arquitectura japonesa zen».

Juan Ariño es una muestra dedicada no solo a la labor artística de un pintor, sino, además, es una invitación a descubrir la pintura en su estado más puro.

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