Un recorrido por el estudio de Patricia Mateo

A principios de octubre (del 1 al 4) se celebró la cuarta edición de Open Studio en la capital madrileña. Fue un fin de semana ajetreado para mí, por lo que solo pude pasarme por dos o tres estudios de todos los que participaban (todos por la misma zona, no se podía más).

Elegí como primer destino los tres estudios ubicados en el edificio de la calle Nicolás Morales. Si bien ya conocía la obra de muchos de los allí presentes, fue un divertido descubrimiento el encuentro con la obra de Patricia Mateo (Madrid, 1953), que se encontraba en el estudio Puerta Cuatro.

Con formación en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, esta artista madrileña ha desarrollado una línea de trabajo muy irónica y humorística en cuanto a la temática tratada.

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Tres son las series que nos presentó en su estudio durante la celebración de Open Studio, siendo la más antigua la que toma como soporte para la pintura los espejos. A través de ello pretende, como ella misma explica, «concienciar con espectadores pintados y espectadores que no lo son», que aparecen momentáneamente reflejados, sobre cómo la actualidad de las telecomunicaciones nos sumerge en una comunicación no directa. Igual que Internet pone a «nuestro alcance la posibilidad de reinventar nuestro perfil ofreciendo una imagen diferente a los demás», nuestro reflejo en todos esos espejos nos lleva a una actualización constante.

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Pero la crítica al mundo de las tecnologías, o más bien, de las telecomunicaciones en el que vivimos inmersos, no aparece únicamente en esta serie como tema central. Pues en uno de sus proyectos actuales retoma esta reivindicación social desde un punto diferente.

Se trata del proyecto IPAD, que como ella misma cuenta nació de una conversación con una profesora de instituto: «en ella me contaba que hizo con sus alumnos una visita a una exposición y que en la entrada de la misma había una pantalla donde se veían imágenes de esta. Su sorpresa fue que en un momento de la explicación a sus alumnos faltaban muchos de ellos, y al ir a buscarlos se los encontró viendo la exposición a través de la pantalla» en palabras de Patricia.

Y es que hoy en día estamos tan acostumbrados a ver todo a través de una pantalla que cuando tenemos que enfrentarnos a imágenes reales no sabemos cómo hacerlo. «Internet, las redes sociales, la televisión, las pantallas en general han cambiado nuestra forma de mirar las cosas», como bien dice.

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Pues bien, en su serie IPAD nos presenta imágenes de lo que ella quiere mostrar, de una realidad actual, momentos específicos, encajonados en una pantalla de ipad, por algo el nombre de la serie, que también pinta. Nos pone así cara a cara con los límites a los que muchas veces nos dejamos someter, optando por dejar que nos muestren lo que hay que ver y apartando la mirada de lo que podríamos llegar a ver.

También encontramos una invitación a la reflexión en la tercera de las series a la que hacíamos referencia. En este caso son las postales que todos podemos adquirir en el museo, pequeñas reproducciones de grandes obras conocidas, las que toma como arranque de su obra. Como ella misma explica «desde la irreverencia introduzco un elemento con el óleo, como si el pintor lo hubiera pintado así», dejando siempre una puerta abierta a la imaginación, sin cerrar la historia. De esta forma busca que el espectador cree su propio relato, así como dar un nuevo sentido a la obra.

Actualmente este proyecto va mucho más allá, y lo que antes eran intervenciones en postales de pequeño formato, ahora empiezan a ser cuadros al óleo sobre tabla.

En general Patricia Mateo plantea un constante posicionamiento crítico de su entorno, su sociedad, e incluso de sí misma. Busca «no dar por bueno lo establecido. Cambiar su contexto, darles una visión diferente, quitarles esa carga siempre utilizando la ironía». Pues es el corte irónico y la crítica social lo que marca el punto de unión de toda su producción.

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