Lo que no se nombra no existe

¿Qué supone para una misma el hecho de ser mujer?

La primera respuesta a la que llegó Simone de Beauvoir ante esta pregunta fue que para ella el hecho de ser mujer nunca había sido una carga. Claro que, como bien le sugirió su amigo Sartre, ella no había sido educada como un hombre, por lo que de Beauvoir escribió «El segundo sexo» para dar respuesta a tal cuestión.

«No se nace mujer, se llega a serlo» es una de las frases de Simone de Beauvoir que más notablemente han pasado a la historia. Con ella se evidencia el proceso de socialización mediante el que aprendemos que en el mundo existen diferentes formas de ser, hacer y estar. Al igual que aprendemos que «ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino» de Beauvoir.

Simone de Beauvoir fue la primera en marcar la diferencia entre el género como construcción social y el sexo como cualidad biológica. Esto permitió iniciar una revisión de las estructuras sociales en clave histórica, geográfica y cultural y por tanto iniciar un camino en términos socioculturales hacia la igualdad.

El género, como construcción sociocultural e instrumento de organización social, es una herramienta de análisis interdisciplinar que permite poner en entredicho aspectos como el lenguaje.

«La identidad social se crea con el lenguaje que usamos para denominar a las personas: el ser humano recibe de sus mayores una determinada visión del mundo a través del lenguaje» explica Kroskrity. El lenguajes son «los cimientos del ser» según Tyson, y es el que hace pensamiento según Jiménez Rodríguez. Como receta la afirmación “lo que no se nombra no existe y lo que se nombra construye realidades”, el lenguaje es una de las herramientas clave para lograr la igualdad.

De esta forma surge el lenguaje inclusivo o lenguaje no sexista que según explica la UNESCO busca eliminar o neutralizar la referencia al género en términos que describan a las personas (2011). Su origen está marcado por dos acontecimientos de la década de los sesenta: el primero la aparición de la teoría del giro lingüístico, que sostiene que el lenguaje es vital en el proceso de construcción de la realidad social; y el segundo la reclamación de la visibilización de la mujer en el lenguaje por parte de las corrientes feministas.

A partir de aquí y a raíz de un artículo de Robin Lakoff publicado en 1973 surgen dos vías de investigación del lenguaje: una con enfoque de la diferencia, que estudia los usos del lenguaje por parte de las mujeres y los hombres; y otra con un enfoque de la dominación, que entiende el lenguaje como otro medio para la opresión femenina. Estas dos corrientes darán lugar al libro de Judith Butler «Gender Trouble» en el que se plantea una nueva interpretación de la categoría de género, en la que el uso del lenguaje comienza a considerarse un elemento esencial para su construcción y por tanto es un elemento clave para la igualdad.

Simone de Beauvoir plantea en «El segundo sexo» numerosas reflexiones como respuesta a la pregunta ¿qué ha supuesto para sí misma el hecho de ser mujer? Entre ellas dice: «Sé que el lenguaje corriente está lleno de trampas. Pretende ser universal, pero lleva, de hecho, la marca de los machos que la han elaborado. Refleja sus valores, sus pretensiones, sus prejuicios». Y es que como dice Teresa Meana, «la lengua es el ladrillo simbólico del patriarcado».

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