«Un viaje desde el libro hasta el diseño industrial a través de 132 carteles, 115 imágenes y bocetos, y 145 logos, objetos y maquetas» realizados por Alberto Corazón es la propuesta expositiva veraniega de Espacio Fundación Telefónica.
Medio siglo de cultura visual española llega a la tercera planta del Espacio Fundación Telefónica (hasta el 4 de octubre) enmarcado bajo el título: «Alberto Corazón. Diseño: la energía del pensamiento gráfico. 1965 – 2015». Demasiada letra, desde mi punto de vista, para encuadrar una exposición que gira en torno al impacto visual, además de que toda la letra que sobra en el título falta en el propio recorrido expositivo, pero vayamos por partes.
La muestra se presenta, como dice la organización, como un «recorrido a través de símbolos, objetos y signos que conducen al visitante a una inmersión en la profundidad del lenguaje gráfico, así como, un recorrido por los diseños de Alberto Corazón a lo largo de cincuenta años». Si bien el discurso expositivo, conformado por la comisaria Ana Arambarri, establece una ruta ordenada y coherente por la carrera de Alberto Corazón, separando su trayectoria por los diferentes soportes o tipos de trabajos a los que ha hecho frente, su aplicación a la sala no responde a un orden tan cuidado.
El espectador inicia el recorrido con unos pequeños textos que contextualizan la muestra, a los que les precede todo el trabajo de Corazón relacionado con el libro, después carteles, objetos, logos y de nuevo libros. Es cierto que con una mirada general podemos ver las diferentes partes que en el discurso se hacen presentes, sin embargo al seguir el itinerario marcado en el propio espacio se llega a puntos en los que se hace evidente una falta de continuidad, de no saber por dónde seguir, que poco favorecen a los recorridos expositivos.
Más allá de ese desajuste expositivo hay otro aspecto que se puede poner en cuestión y es la falta de texto. Como decíamos al inicio, el título tiene toda la letra que le falta al recorrido, pues aunque hay partes en las que se explica con más detalle, o aparecen frases contextuales, se echa de menos una pequeña referencia aclaratoria de lo que se está contemplando en varias partes de la muestra. No obstante es digno de aplauso la favorable decisión de eliminar las cartelas que tan mal hacen a las exposiciones en general.
«Alberto Corazón. Diseño: la energía del pensamiento gráfico. 1965 – 2015» nos presenta una retrospectiva de la obra del autor reducida a los ejemplos más notables de su producción en la que son dos los aspectos que, a grosso modo, terminan conquistando al espectador. Ambos aspectos nacen de un concepto simple: la cotidianeidad. Y es que es el hecho de reconocer lo que se está viendo, de relacionarlo con experiencias propias, y, por ende, el hecho de poner nombre y apellidos al creador de logos, carteles y objetos tan conocidos lo que termina llamando la atención del público general.
El primero de esos dos aspectos está conformado por los propios protagonistas de la muestra, objetos, como decíamos, de uso diario, que forman parte de nuestra cotidianeidad y que son explicados aquí en base a su concepción. Dentro de esto hay una especial mención a la partes de la muestra en la que se da protagonismo a cuatro diseños con nombres propios de diferentes identidades corporativas, como el teléfono Domo. El otro de los aspectos es la instalación que recorre una de las paredes de la sala en la que se reunen los logos realizados por el artista. Logos de instituciones y empresas de renombre, logos que hablan por sí solos y que son reconocidos por todas las miradas, como el de Renfe, Uned, Paradores, etc.
Con todo ello podemos concluir que se trata de una muestra atractiva y curiosa, no por su discurso, ni por su organización, sino por el propio hecho de dar nombre y apellidos al creador de objetos y diseños tan conocidos. Una muestra que como retrospectiva de la obra de Alberto Corazón deja un poco que desear al resultar tan general.