Hace unos días terminé de leer Ciudad feminista de Leslie Kern (Bellaterra). Según iba avanzando por sus páginas iba encontrándome con situaciones que se me hacían familiares. Situaciones y hábitos que yo había vivido o vivía actualmente estaban ahí escritos, pero hasta que los leí no fui consciente de ellos, de su existencia en mi vida.
Todas somos conscientes de la inseguridad que sentimos al volver a casa solas y de noche, o al pasar por ciertas calles a ciertas horas, por meternos por ciertos lugares, etc. «Las mujeres vivimos habitualmente entre la libertad y el miedo cuando nos movemos por las calles de nuestras ciudades”, escribe Cristina Martínez Aransay en la presentación del proyecto Paisajes de (in)seguridad. Todas somos conscientes de muchas situaciones en el entorno urbano que tambalean nuestra percepción de seguridad, pero hay un sinfín de cosas más que asumimos sin darnos cuenta.

“Yo también disfruto de tener mi música conmigo cuando me muevo por la ciudad, pero para mí, y para muchas otras mujeres, los auriculares son algo más que un medio de entretenimiento. Puede que sean pequeños, pero sirven de barrera social contra las demasiado comunes y casi siempre no deseadas intromisiones de los hombres”, escribe Leslie Kern en uno de los capítulos del libro. Cuando lo leí me pareció curioso, pero no le di mayor importancia. En esa misma semana, me preparé como de costumbre para salir a la calle sola: chaqueta, bolso, mascarilla, zapatillas, auriculares. Sí, auriculares. Casi todas las veces que salgo sola por la ciudad me pongo auriculares y no fui consciente hasta ese momento. En mis auriculares no suena nada. No escuchar lo que pasa a mi alrededor cuando voy caminando normalmente me inquieta. Según me los ponía recordé la frase de Kern y me pregunté a mí misma por qué hacia eso. Os imagináis la respuesta.
“En sí misma, una acera urbana no es nada” dice Jane Jacobs en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, tras lo que continúa explicando que las aceras dejan de ser una abstracción con su uso y el uso se lo dan las personas, los edificios, las estructuras arquitectónicas… A través de ese uso las aceras se convierten en los órganos vitales de las ciudades, por lo que, por ejemplo “cuando las calles de una ciudad ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés; cuando presentan un aspecto triste, toda la ciudad parece triste”. Por esta regla de tres, si todas sentimos inseguridad en las calles, las ciudades no son seguras para las mujeres. Para el colectivo Punt 6, la solución pasa por incorporar la perspectiva de género en las políticas de seguridad de las ciudades, pero más allá de eso, nos falta hacer un ejercicio de reflexión e identificación de las causas que nos llevan a cada una, desde nuestra individualidad y colectividad, a esas situaciones de falta de seguridad, así como a reconocer todas esas pequeñas acciones que llevamos a cabo como si de un ritual se tratase para sentirnos seguras.

Como ejercicio para hacer esta reflexión se ha creado la instalación interactiva Paisajes de (in)seguridad en Medialab Prado. La propuesta, que se enmarca en el proyecto de investigación El barrio de las mujeres de Puente de Vallecas, es fruto de la colaboración entre la residente en el centro Goretti Díaz Cristóbal y Cristina Martínez Aransay.
“¿Es el barrio nuestro territorio?¿Por qué nos sentimos incómodas en algunos lugares?¿Cuáles son los factores que influyen para que evitemos ocupar una plaza o pasar por una calle?¿Qué diferentes tipos de violencia de género están presentes en el espacio público?” Son las preguntas con las que se invita a las personas a recorrer individualmente esta instalación. A partir de ese recorrido cada una crea su propio paisaje de (in)seguridad y escribe sus opiniones dando forma a una reflexión conjunta.
Paisajes de (in)seguridad ofrece una oportunidad para crear un espacio de encuentro, de reflexión y autoconocimiento necesario a la hora de plantear cambios en nuestras ciudades. En definitiva, intervenir y activar los espacios públicos pasa por “tener tiempo para hablar, para descubrir, para encontrarse con otras mujeres. Algunas parecidas a ti, otras que piensan diferente. Sentarnos y ocupar las plazas, abrir nuestro pasado, nuestras contradicciones, los miedos contra los que luchamos, debatir, narrar, pasear juntas y rescatar lo invisible. Emocionarnos, indignarnos, crear algo común. Transformar maneras de ver las cosas, lugares, situaciones, nuestra vida cotidiana. Ser parte de algo nuevo, único, que continúa”, como dice Cristina Martínez en la web de su proyecto.
Son a través de estos ejercicios de reflexión individual y colectiva como podemos enfrentarnos a las situaciones que nos generan miedo o falta de seguridad. Construir una ciudad feminista es un trabajo de todas.
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Si quieres participar en el recorrido de la instalación, puedes hacerlo hasta el 5 de junio en el horario habitual de Medialab. También hay disponibles visitas guiadas para mujeres en grupo (más 6) en los días 18, 20, 25 y 27 de mayo, 1 y 3 de junio en distintos horarios. Podéis consultar la información aquí.