Últimamente me cruzo cada vez con más personas que utilizan el desdoblamiento al hablar: Todos, todas y todes; Niños, niñas y niñes… y así. Aunque siempre me da una pequeña alegría ver que no todo es masculino en el lenguaje que me cruzo por la vida, su colocación me chirría mucho (de lo de la «e» utilizada de esa manera os hablaré más adelante), así que aquí estoy para hablaros de la jerarquía en el lenguaje.
Hace poco decía María Martín (@generoenaccion) en un post de Instagram: «No hay nada que incluya siempre y por defecto excepto nombrar todas las realidades de forma expresa. El resto de opciones dependen siempre del contexto». Una verdad como un templo. Pero nombremos todas las realidades con igualdad.
Históricamente la realidad ha sido construida sobre elementos binarios: hombres y mujeres, público y privado, razón y emoción, producción y reproducción… de manera que el modelo de sociedad que tenemos se ha articulado en base a una jerarquía de los masculino frente a lo femenino. Lo mismo ha ocurrido en el lenguaje, donde los desdoblamientos han estado marcados por esta jerarquía binaria. La mayoría de las veces decimos o escuchamos cosas como: padres y madres; hombres y mujeres; hermano y hermana; todos, todas, todes…
El propio diccionario refleja esta jerarquía del lenguaje. Como explica Yadira Calvo en su libro De mujeres, palabras y alfileres, «a pesar de que se organiza bajo un estricto ordenamiento alfabético, y que en ese origen, la ‘a’ precede a la ‘o’, este ordenamiento se rompe en las palabras de doble terminación, porque se coloca a los vocablos masculinos antes que a los femeninos, a los que menciona con una partícula: ‘hortelano, na’; ‘réprobo, ba’. Curioso ¿no?» Pues como bien dice la autora no, porque al final el lenguaje, como el resto de campos por los que lucha el feminismo, está organizado de manera patriarcal.
El masculino se ha colocado primero porque en una sociedad patriarcal era el que mayor rango tenía en la jerarquía de los sexos. Así que, por favor, dejemos de ponerlo delante. La verdadera inclusión, la verdadera igualdad al respecto vendría en la alternancia, en la colocación de cada vocal de manera indistinta. Ni siempre la ‘a’, ni siempre la ‘o’, ni siempre la ‘e’ para los que la utilizan así.
Así que para la siguiente, desdoblad, que se ha hecho toda la vida, pero dejad la ‘o’ para el final, que no le va a venir mal.